Un viejo conocido de la policía vuelve a estar tras las rejas, pero su prontuario revela que esta captura es solo otro capítulo de una vida marcada por el delito y la violencia.

La tranquilidad de Casilda volvió a verse alterada esta semana con la detención de Sergio Fabián “Frío” Rodríguez, un delincuente de casi seis décadas de vida y más de cuatro de carrera criminal. Su captura, el miércoles por la tarde, no fue fruto del azar: una investigación de la Policía de Investigaciones (PDI) lo vinculó con una serie de cinco robos de autos cometidos en apenas tres meses. El arresto tuvo lugar en barrio Nueva Roma, mientras el hombre lavaba un Chevrolet Cruze en la vivienda de su hermana.

Según la investigación del fiscal Juan Pablo Baños, los hechos delictivos comenzaron el 4 de mayo, con la desaparición de un Renault Sandero Stepway estacionado en Las Heras al 2400. A este robo le siguieron dos Renault Clio y dos utilitarios Kangoo, todos sustraídos bajo la modalidad conocida como “de levante”: vehículos tomados rápidamente desde la vía pública, sin violencia hacia sus dueños, pero con maniobras precisas y rápidas que evidencian experiencia en el oficio.

Durante el allanamiento, los investigadores secuestraron una pistola calibre .22 con numeración limada, 27 municiones, un teléfono celular y cuatro gatos hidráulicos presuntamente sustraídos de los vehículos robados. También incautaron ropa que podría coincidir con la utilizada en algunos de los hechos.

El nombre de Rodríguez no es nuevo para la crónica policial. Su historial delictivo se remonta a la década de 1980 y está marcado por hechos violentos. En noviembre de 2008 participó de un asalto a la mueblería Andreose, en Casilda. Aquella vez, junto a cuatro cómplices, huyó en una camioneta Toyota Hilux robada y sin patente, enfrentándose a tiros con la policía hasta estrellarse contra un acoplado. El tiroteo terminó con un cómplice muerto y un arsenal hallado en el vehículo: un fusil AK 47, varias pistolas y el botín del robo.

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Años más tarde, en mayo de 2016 y estando bajo libertad morigerada, Rodríguez volvió a protagonizar un violento enfrentamiento con efectivos policiales en Avellaneda Oeste. Recibió dos disparos en el abdomen, sobrevivió y en 2018 aceptó una condena de cinco años por portación de arma de guerra y resistencia a la autoridad.

El dato más inquietante es que, tras cumplir su última condena unificada de 12 años, había recuperado la libertad en diciembre pasado. Menos de ocho meses después, volvió a quedar detenido, acusado nuevamente de delitos contra la propiedad y tenencia ilegal de armas.

La reincidencia de Rodríguez plantea un interrogante sobre la capacidad de rehabilitación y el riesgo que implica para la comunidad que delincuentes con historial violento retornen a la calle sin un seguimiento efectivo. En este caso, las rápidas actuaciones policiales y judiciales evitaron que la seguidilla de robos continuara, pero su trayectoria deja en evidencia que su figura sigue representando una amenaza constante para la seguridad en la región.